Los equipos de tutores y orientación realizaron una nueva reunión, junto a los directivos del nivel secundario, para pensar y planificar la generación del «ambiente salesiano» en nuestra Casa.
«Razones psicológicas, históricas y religiosas llevaron a Don Bosco a la conclusión de que la educación es obra del ambiente y de la ejemplaridad de las personas, y que la mejor condición para ello es el cuidado, una estructura educativa esencialmente familiar. Familia, ambiente de familia, espontaneidad, alegría: son palabras muy cercanas en el diccionario salesiano. No hay educación sin amor. No hay amor, si no se crea un “clima” educativo. Al utilizar el término “clima” se recurre a una metáfora tomada de la meteorología. Así como los climas influyen en el comportamiento y hasta las características de los seres vivos, así la “atmósfera” de una casa salesiana es una condición que explica el comportamiento, la identidad, los valores y las interacciones que desarrollan las personas. Esta convicción nace en el terreno práctico: Don Bosco lo sabía bien, especialmente cuando visita las cárceles, y recorre las calles y las plazas de Turín. ¿Cuáles pueden ser sus instituciones educativas para favorecer un ambiente salesiano educativo hoy?:
1. Un ambiente educativo está fuertemente influenciado por la calidad de las relaciones cotidianas entre las personas. Cuando éstas son recíprocas, en confianza cordial y afectuosa, el ambiente entero se beneficia. Don Bosco intuyó la urgencia de crear en sus casas salesianas unas relaciones interpersonales con claras resonancias familiares.
2. Cabe reconocer además la importancia de espacios físicos distendidos y cordiales donde la nota dominante sea la libertad en la expresión y en la participación. Es muy saludable percibir la utilidad del esfuerzo de todos los que formamos parte de ese ambiente, sentir una adecuada motivación para construir juntos, crear un auténtico sentido de pertenencia.
3. Un tercer elemento es la gestión adecuada de los conflictos y las tensiones. Esto tiene que ver mucho con la aceptación mutua de las personas, el respecto y el reconocimiento de lo que cada uno aporta. No sin olvidar el inconfundible papel que tiene una buena comunicación.
4. Por último, como Familia Salesiana nos impulsa la convicción de que todo joven tiene talento y potencial y que, para desarrollarlos, hay que ofrecer ambientes donde se respiren valores humanos y cristianos. Nuestra misión es ayudar a los jóvenes “a jugar bien sus cartas” y a utilizarlas para que puedan ganar la partida de la vida. Desde un ambiente estimulante y formativo les ayudamos a desarrollar un proyecto personal y a hacer posible que esté en condiciones de realizarlo.»
Miguel Ángel García Morcuende