La ESI (Educación Sexual Integral) en el nivel inicial se incluye de manera transversal en los diferentes ejes de experiencias y en el desarrollo de las capacidades.
En este marco, durante la primera jornada, se propuso un recorrido en torno al eje «Valorar la afectividad», a través de un espacio luminoso y sensorial especialmente pensado para invitar a las infancias a conectarse con lo que sienten, a reconocer lo que necesitan y a explorar cómo se vinculan con los demás. En este entorno cuidado, el juego se vuelve un puente entre la emoción, el cuerpo y el pensamiento.
Los escenarios lúdicos ocupan un lugar central en esta propuesta: no solo invitan al juego libre y compartido, sino que también habilitan vivencias profundas y significativas que promueven la autonomía, la expresión, la autoestima y el desarrollo de habilidades sociales.
Educar en la afectividad es, en esencia, crear oportunidades genuinas para que cada niño y cada niña se sienta escuchado, valorado y contenido. Es acompañar el proceso de aprender a poner en palabras lo que se siente, a construir vínculos sanos con ternura, empatía y amor.