En este día tan especial se celebra la vocación de quienes eligen la enseñanza como su camino de vida. Un maestro no solo enseña, sino que también aprende con cada pregunta, descubrimiento y con la genuina curiosidad de sus estudiantes. El vínculo que se crea, basado en el cariño, la paciencia y el respeto, es el motor que impulsa el conocimiento.
Porque educar, más que una profesión, es un acto de amor. Es la entrega de una parte del corazón para encender el potencial del otro. Se trata de ver en cada alumno no solo al que aprende, sino al ser único que está destinado a ser. Es la pasión por guiar, acompañar y celebrar cada paso, cada logro y cada desafío, sabiendo que la verdadera educación no reside solo en la mente, sino en el corazón.
Por eso, los alumnos y alumnas del Secundario celebraron hoy a sus docentes diciendo: «Gracias, profe, por tus enseñanzas que convierten nuestros brazos en alas.»
Gracias, profes, por la pasión que ponen en cada clase, por el amor y la entrega que siembran en el corazón de sus estudiantes.
